El 7 de julio se celebró en el Juzgado de lo Penal N.º 1 de Salamanca un juicio por un presunto delito de lesiones en el ámbito de la violencia de género.

La acusada es una mujer marroquí que habría agredido a su expareja, legalmente reconocida como mujer tras un cambio de sexo. La Fiscalía solicita diez meses de prisión, prohibición de tenencia de armas, orden de alejamiento y una indemnización de 430 euros.

Durante la vista, el abogado defensor sorprendió al tribunal al autolesionarse en sala: se arañó el cuello con las uñas para demostrar que las lesiones de la denunciante podían provocarse fácilmente en pocos segundos. Según la defensa, esto desmontaría la versión de la acusación, que sostiene que la víctima no tuvo tiempo para autolesionarse entre los hechos denunciados y la presentación de la denuncia.

El letrado, que ya había usado estrategias llamativas en otros juicios, justificó su actuación afirmando ante el juez: “Me acabo de provocar yo mismo las lesiones y tengo las mismas que la denunciante”. Su objetivo era evidenciar una posible manipulación del relato por parte de la denunciante, y sostener que no existió agresión por parte de su clienta.

El juicio ha quedado visto para sentencia. La actuación del abogado ha generado un amplio debate sobre los límites de las estrategias de defensa en sala.

We use cookies

Usamos cookies en nuestro sitio web. Algunas de ellas son esenciales para el funcionamiento del sitio, mientras que otras nos ayudan a mejorar el sitio web y también la experiencia del usuario (cookies de rastreo). Puedes decidir por ti mismo si quieres permitir el uso de las cookies. Ten en cuenta que si las rechazas, puede que no puedas usar todas las funcionalidades del sitio web.